Musica Pro Populo: Grupo de los Quatro Compositores Europeos


 “Iban un griego, un portugués, un italiano y un español y…”. Esta frase, que parece sacada de cualquier chiste de los que pululan entre los escolares y universitarios españoles, refleja en esta ocasión una gracia superior, pues la unión de estos cuatro representantes de nuestra Europa es auténtica, no ficticia para causar hilaridad. Si a ello sumamos que la reunión de los cuatro se ha promovido con el fin de poner su música al servicio de los necesitados, la gracia aumenta de manera exponencial.


Efectivamente, en la primavera de 2020, en los primeros compases de una brutal pandemia, cuatro compositores de otros tantos países europeos forjaron una unión artística que viniese a producir una obra musical con fines caritativos. De esta forma, la COVID-19, autora de tantas desgracias, producía ahora una coalición de artistas que, de manera totalmente altruista, ofrecían al mundo su creación a cambio de un donativo a cualquier entidad benéfica de sus respectivos países, en especial las dedicadas a paliar los tristes efectos de la pandemia.
El primer rayo de luz que alumbró este proyecto musical surgió del Este, de la considerada “cuna de la Civilización Occidental”: Grecia. Desde allí se lanzó la propuesta hacia España y fue aceptada. Poco después, se lanzaron sendas llamadas a otros colegas de Italia y Portugal, quienes se sumaron al proyecto entusiasmados. A partir de ahí, siempre desde la distancia kilométrica y desde la cercanía que ofrecen las nuevas tecnologías, los cuatro autores decidieron el carácter de la obra, su título, la necesidad de que cada autor se inspirase en la música de su país y la obligación de que cada pieza de la futura suite no durase más de 5 minutos, con el fin de que hacer una obra inasequible a muchas bandas.
Este último detalle fue fundamental, pues la obra llamada Suite 2020  está compuesta para banda de música. El hecho de ser dos de los compositores también directores de banda profesionales, más un tercero que dirige una banda juvenil y un cuarto que posee una amplísima experiencia en la creación para “orquestas de viento”, motivó que la elección organológica y la plantilla instrumental fuesen la de la banda y no la de la orquesta.
El trabajo de los cuatro no decayó en los meses siguientes y buscaron combinar melodías y ritmos griegos, ritmos fúnebres y zapateados españoles, sonoridades de las bandas marciales italianas y la melancolía de la música portuguesa. Cada autor buscó la mejor forma de unir o contrastar estos elementos, también con la idea fundamental de que cada pieza fuese interesante para su interpretación en concierto por cualquier banda. En todas, eso sí, flotaba la tristeza y el miedo por las consecuencias de la COVID-19; y en todas, de la misma manera, acababan por imponerse melodías triunfales, alegras y esperanzadas, pues tal era el deseo de los autores y de la humanidad entera en aquellos momentos.
Por tanto, pronto estuvo la suite en disposición de ser interpretada. Portugal fue el primer lugar donde varias de sus bandas de música realizaron la aportación a una entidad benéfica, condición indispensable para hacerse con la partitura. Les siguieron bandas de Grecia, Italia y, en menor medida desgraciadamente, de España. El estreno, como no podía ser de otra manera, se efectuó en marzo de 2022, tras varios aplazamientos por culpa de la pandemia, en Figueira da Foz. Y si la obra surgió de la unión de varios autores, el estreno también se produjo por la unión de dos bandas portuguesas, Lares y Santana, hermanadas en ofrecer esperanza ante tanta desolación y acogedoras de los propios compositores a la hora de tomar estos la batuta ante ellas, junto a sus directores titulares. Tras Portugal, llegó el turno de Grecia, en su histórica banda de Lixouri, ya en agosto de 2022. Confiemos en que pronto se pueda presentar la obra también en Italia y en España.
Aunque se buscaba que cada autor tuviese la libertad de elegir el tipo de música nacional más adecuado a esta idea de “lucha contra el destino”, tal cosa no significaba exclusión del otro y reafirmación de lo propio. Más bien era una afirmación de que lo propio, unido a lo ajeno, debía contribuir a mejorar el todo; que cada autor y cada país, unidos al resto de compositores, podían ayudar a mejorar la situación de Europa y, por extensión, del Mundo.
    Por este motivo, los compositores de Suite 2020, han optado por elegir un nombre que les represente: Grupo de los Cuatro Compositores Europeos. Para ello han tenido en mente la existencia de otros grupos de compositores que ya, en el pasado, colaboraron en un objetivo común, como pudieron ser el Grupo de los Cinco en Rusia o el Grupo de los Seis en Francia. En esta ocasión, se traspasaban y diluían fronteras, se superaba lo nacional (como ocurría en los grupos citados) y se aspiraba a lo internacional, pero siempre dentro de las características propias de cada uno.
Hay que insistir en que este grupo, así autodenominado con toda humildad y respeto, no busca revolucionar los cánones artísticos ni enfrentarse a estéticas musicales foráneas. Su idea es, principalmente, altruista; quieren poner sus cualidades artísticas al servicio de los que sufren y, al mismo tiempo, tender puentes entre músicos (bandas incluidas) de diferentes países. La utilización de materiales musicales ―melódicos, ritmos o armónicos― de sus propios países debe entenderse en términos de un enriquecimiento mutuo, nunca excluyente ni con tintes de superioridad. Una música de un lugar concreto que lo trasciende y traspasa fronteras, en unión de otras músicas compuestas con el mismo objetivo. Sin embargo, no siempre utilizan materiales inspirados en su país; el lenguaje bandístico que emplean es universal, entendible e interpretable en cualquier lugar del planeta, pero siempre aderezado con alguna característica propia de sus naciones de origen.
    Animados por la primera obra escrita en unión, ya trabajan en la siguiente, a la que han denominado Sin+fonia pela paz. Las guerras, en especial la que ha sido desatada en Europa en 2022, así como las víctimas que provocan, les han llevado a escribir una nueva composición en cuatro tiempos, a la manera de las sinfonías clásicas y románticas. De nuevo tendrá carácter benéfico, para ayudar a las víctimas de la barbarie. El nombre, que puede resultar curioso, es otro ejemplo de la unión y respeto que estos cuatro autores quieren demandar de Europa y del mundo, pues une el idioma portugués (allí se pensó por primera vez en esta futura obra) con el griego “sin+fonia” (esto es, unión para conseguir un objetivo), ya que fue en Grecia donde se dio forma definitiva al proyecto.
    La educación y formación como miembros o directores de bandas de música, les ha permitido componer en un lenguaje cercano a los cuatro y cercano también al resto de bandas del mundo. Al mismo tiempo, sus particulares aprendizajes en el mundo de la enseñanza musical, de la musicología, de la práctica en grupos ligeros de música y del contacto con futuros directores, les ha facilitado el dar variedad a sus obras, de manera que cada una suena con características propias y, al mismo tiempo, la obra general no carece de unidad. Una unidad que no solo es programática, al tratar sobre asuntos de candente y desgraciada actualidad, sino también sonora y, algunas veces, formal.    
    Por todo ello, el autodenominado ―con toda humildad, insistimos― Grupo de los Cuatro Compositores Europeos, se presenta ante la sociedad musical, en especial la bandística, de manera oficial y con el ánimo de que su trabajo sea conocido en cuantas más bandas y países sean posibles, pues ello significará que su labor benéfica llegará a más personas necesitadas.


Charalampos Makris (Grecia)
Francisco José Rosal Nadales (España)
Francisco Manuel Relve Pereira (Portugal)
Ilio Volante (Italia)



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